Junio es el mes en el que madura uno de los frutos más llamativos y codiciados en Cuba: la piña. Esta bromeliácea originaria de América del Sur se cultiva en diferentes provincias de Cuba; entre ellas Matanzas y Ciego de Ávila. En Matanzas, los municipios de Colon, Calimete y Los Arabos constituyen un importante polo productivo de piña, en el que se cultivan más de 2 mil hectáreas, casi exclusivamente de la variedad Española roja, con producciones destinadas al consumo fresco e industrial.
El proyecto Cubafruta. Fortalecimiento de las cadenas de valor de la piña y aguacate a nivel local, interviene en estos tres municipios con el objetivo de mejorar la gestión de la cadena de valor la fruta, gracias a una financiación total de 2.500.000 euros otorgados por la AICS. Uno de los retos que esta iniciativa de cooperación se ha propuesto es de promover la diversificación de la producción de piña, a través de la introducción de nuevos cultivares, por medio de parcelas demostrativas en las cuales los mismos productores valorarán su comportamiento en las condiciones edafoclimáticas de los municipios matanceros.
El Instituto de Investigaciones en Fruticultura Tropical (IIFT) y la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS), que implementan esta iniciativa, han desarrollado una alianza con la Universidad Agraria de La Habana (UNAH) para realizar una prospección al oriente de Cuba, donde se encuentra la mayor diversidad del cultivo de la piña. “Las mayores áreas dedicadas a la siembra de la piña en el país pertenecen al sector estatal, la mayor diversidad la atesoran los campesinos” afirma la profesora Daymara Rodríguez Alfonso (UNAH) promotora de la actividad de prospección y recolecta y asesora de Cubafruta.
La actividad de prospección y recolecta se ha realizado en las provincias de Ciego de Ávila, Las Tunas, Granma, Santiago y Guantánamo, y ha permitido recolectar 10 cultivares diferentes que se introducirán en las parcelas matanceras. Entre ellos, destaca ‘Cabezona’, cultivar que puede alcanzar grandes dimensiones y pesos (hasta 5-6 kg por fruto) típica de Maisí, Baracoa y Gibara, y otras de más reciente introducción al país como MD2 y Pérola, cultivada en Ciego de Ávila. La colaboración con instituciones como el Instituto de Investigación Agroforestal (INAF) y la UEB Producción de Piña de Ciego de Ávila ha sido fundamental para obtener el material y frutos frescos, necesarios para realizar análisis bromatológicos y determinar las características de los diferentes ejemplares recolectados. Por otra parte, el aporte del sector campesino ha sido fundamental en la fase de recolecta, establecimiento y cuidado de las parcelas, confirmando a los campesinos como los verdaderos guardianes del agrobiodiversidad. Además de la variabilidad genética, la actividad de prospección ha permitido relevar una diversidad de manejo, con particular interés hacia la asociación con otros cultivos: piña cultivada en cafetales, a la sombra de frutales o asociada con otras especies de interés agronómico. Una diversidad de experiencias, que sumada a la variabilidad genética recolectada representan verdaderos tesoros campesinos.