En el actual contexto de crisis sanitaria mundial, la acción de los donantes en los países de ingresos bajos y medios resulta fundamental y sumamente pertinente en la acción humanitaria. Sobre la base de nuestra experiencia directa en el contexto de pandemia, hemos identificado las siguientes prácticas que pueden integrarse para que las iniciativas de intervención humanitaria sean más eficaces en el contexto de COVID19.
– Los países donantes deberían exhortar y apoyar a los gobiernos receptores para que garanticen la seguridad alimentaria de la población, que se ve profundamente amenazada por la actual situación de crisis, especialmente en lo que respecta a la suspensión de actividades, la limitación del transporte y los viajes y la consiguiente perturbación de la cadena de producción, así como la pérdida de empleo y la especulación en el precio de los productos primarios. Por lo tanto, se sugiere incentivar a los gobiernos locales a aplicar medidas destinadas a generar una mayor accesibilidad a los alimentos (en lugar de recomendar que se eviten las restricciones), como el fomento de la identificación y el funcionamiento de corredores sanitarios territoriales para permitir la movilidad de la mano de obra para los cultivos o para asegurar el suministro de alimentos, el fortalecimiento de los sistemas de información para vigilar los precios de los productos agrícolas a fin de evitar la especulación innecesaria y la generación de redes de solidaridad cívica, especialmente en las zonas de más difícil acceso.
– En el ámbito del apoyo a los trabajadores de la salud, es esencial alentar a los gobiernos a que adopten un enfoque de género, teniendo en cuenta que el 70% de los trabajadores del sector de la salud y el trabajo social a nivel mundial son mujeres, lo que hace que sean las que corren mayor riesgo de infección. Por lo tanto, además de asegurar que se proporcione a las trabajadoras todo el equipo de protección, los donantes deberían exhortar a los gobiernos a evitar la desviación de recursos de los servicios de salud rutinarios, incluida la atención prenatal y postnatal y los servicios de salud sexual y reproductiva, que deben seguir garantizándose para asegurar la salud de las mujeres en la vanguardia de la lucha contra la pandemia.
– En el caso de Cuba, que está sujeta a sanciones estadounidenses que ya han provocado graves dificultades y, en algunos casos, la imposibilidad de recibir ayuda, se espera que el impacto negativo de las sanciones en la capacidad de respuesta a la emergencia tenga efectos en el sector de la salud, pero también en el sector de la energía y los alimentos, ya puesto a prueba por la actual situación de crisis, especialmente como resultado de las limitaciones de las actividades de producción, transporte y viajes, y la consiguiente interrupción de la cadena de producción, además del aumento del costo de las importaciones. Los donantes deben actuar conjuntamente para determinar, limitar y posiblemente neutralizar los efectos negativos de las sanciones en la llegada de la ayuda humanitaria a las poblaciones necesitadas, tanto analizando las posibles restricciones al formular y ejecutar las intervenciones como identificando posibles canales seguros, pero también solicitando la suspensión de las sanciones económicas, al menos durante el período de emergencia- Esta petición ya ha sido hecha tanto por las Naciones Unidas como por la Unión Europea en numerosas ocasiones, así como por numerosas ONG.