Lázara, como todas las mañanas llega tempranito a la finca para supervisar todo y hasta el más mínimo detalle, como un chivito que nació ayer. La Criolla, la cabra más vistosa del rebaño corre ágilmente, mientras los bueyes cruzan la cañada. Aviador y Azabache[1] halan la carreta con la materia orgánica y la llevan hasta el campo. Allí las lechugas se ven resplandecientes y las acelgas parecen rosas gigantes. El chivito recién nacido se acerca a ella, confiado, como sabiendo que sus manos son las creadoras de todo lo que le rodea.
Para Lázara la cultura de la tierra es un legado familiar. Aprendió las labores del campo desde niña, en la finca de su abuelo, en Pinar del Río. Durante su juventud pasó muchas necesidades y enfrentó el duro trabajo en el campo, pero gracias a eso hoy dice con orgullo que está preparada para lo que sea. Cuando se mudó a Guanabacoa, su hermano le encomendó la finca “La Cañada”, asumió el mando y con esa convicción hasta le cambió el nombre a “La Patrona” para hacer notar que ese terruño está comandado por una mujer.
Lázara Ramirez Sosa, lidera todas las actividades de la finca, ella toma las decisiones fundamentales, coordina a un equipo de hombres desde su hermano que colabora en el pastoreo, a su papá y su tío quienes realizan diversas labores agrícolas cada día. Incluso su rol protagónico en ese espacio verde motiva a su esposo a dejar la cibernética a un lado, para ayudar los fines de semana en la finca. Este matrimonio de más de 20 años ha logrado un hermoso complemento de respeto y complicidad que llega hasta en las labores del campo.

Su liderazgo natural y su protagonismo no solo se ha quedado en el ámbito familiar, ese don de mujer empoderada ha ido más allá de las fronteras personales para demostrar sus capacidades, al lograr ser por 5 años la presidenta de la Cooperativa “José Martí” de Guanabacoa. Fue un gran reto que demostró que las mujeres del campo también pueden asumir roles de dirección y ser exitosas. Los campesinos estaban contentos con ella, la respetaban y admiraban por su inteligencia, perseverancia y también por los resultados productivos alcanzados bajo su liderazgo.
Desde que comenzó con las cabras, se ha abierto un nuevo camino de oportunidades para ella. Al principio, solo tenía tres chivitas, ahora son casi treinta. Tiene como propósito mejorar la genética para tener mejores ejemplares. Mientras, cuida a su rebaño con dedicación.
El proyecto Hab.AMA, le ha aportado equipamientos costosos y de última generación a los que nunca hubiera podido acceder con sus ingresos. Gracias al apoyo de la AICS ahora tiene un ordeño mecánico y una moledora donde procesa la caña, el king grass[2] y la moringa que cultiva para alimentar a las cabras. Sin embargo, más allá de las aportaciones materiales, que han sido significativas, ser parte del proyecto le ha brindado algo mucho más valioso: el conectarse con ese mundo de conocimientos a través de capacitaciones y talleres en los que intercambia con las otras productoras de la región. Para ella han sido importantes estos espacios colectivos en los cuales las mujeres pueden mejorar no solo capacidades productivas, sino también las capacidades de liderazgo.

Lázara ha sorteado muchos obstáculos en una vida dedicada al campo, pero hoy puede decir que es una mujer feliz y empoderada. Le gustaría que sus nietos Daniel y David se interesaran más por el trabajo en el campo.
Ella quiere vivir para siempre en “La Patrona” y seguir creciendo, seguir mejorando, demostrando que para la mujer campesina no hay imposibles. Su extraordinario potencial laboral y humano le permiten extraer de la naturaleza los bienes necesarios para proveer a su familia y tener una existencia plena y el reconocimiento de la comunidad. En su mirada se refleja la sabiduría de quien ha aprendido a escuchar el latido del campo, pues Lázara no solo cultiva alimentos, cultiva un hogar lleno de amor y esfuerzo, donde cada logro es un paso hacia un futuro mejor.
Lazara es un ejemplo de mujer empoderada en un entorno que suele ser dominado por hombres, y forma parte de un grupo de mujeres que la Agencia, a través del proyecto Hab.AMA[3], acompaña con el objetivo de mejorar las condiciones de vida y de trabajo para lograr mayor empoderamiento femenino en todos los eslabones de las tres cadenas beneficiadas por la iniciativa.
Esta historia forma parte de la campaña “Con ellas, por la igualdad”, promovida por AICS La Habana en al marco de las acciones para el Día Internacional de la Mujer.
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[1] Aviador y Azabache, en Cuba, se conocen como bueyes de trabajo para tracción.
[2] Es una planta que se utiliza para alimentar el ganado.
[3] El proyecto Hab.AMA es fruto de la colaboración del Ministerio de la Agricultura de Cuba, Grupo Empresarial Agrícola, Instituto de Investigaciones en Fruticultura Tropical, Instituto de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical, Instituto de Investigaciones para la Industria Alimenticia con el apoyo financiero de la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo – sede La Habana (5.400.000€).
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